sábado, 22 de noviembre de 2008

Bosquejo


Cómo hablar de ti?
Eres apenas un bosquejo en mi cabeza.

Hoy me he quedado imaginando el resto del dibujo.

Creo que no impactas por la opulencia
del cuerpo, el caminar o la pretención...
Eres más bien una presencia casi muda.

Por raro que parezca, anoche te vi sentada y te saludé.
Lo raro fue que me dispuse siempre cerca tuyo.
como un imán muy suave, aunque insistente,
que me hablaba al oído: "no la pierdas de vista".

Entonces, a pesar de los mil lugares donde pude sentarme,
siempre estuve donde pudiera ver tu pelo,
tu oreja o tu pie (que suavemente movías al ritmo de la música)

La primera vez que te paraste, pensé que te ibas.
"No puedo dejar que se vaya, debo pasar la barrera del hola...
Necesito conocerla más.
Me gusta..." Y te seguí.

Inventé un conversación sobre tu hija.
Era lo único que podía decirte. Sin inventar-inventando.
Me despedí después de luchar con mis nervios
por dos minutos. El round fue productivo. Apenas tartamudeé.

Luego entendí que te quedabas a toda la velada.
Y que te ponías de pie cada cierto rato.

Seguí quedándome a metros de ti. Mirándote de reojo.
Me asaltaban las ganas de sentarme a tu lado,
porque "te había visto tan sola", pero hubiera sido una patudez de mi parte.

La noche me ayudó un poco, la gente comenzó a retirarse
y las sillas sobraban. Los entusiastas nos movíamos
para disfrutar del espectáculo.

Y vino mi golpe de suerte. Te sentaste cerca nuestro.
Yo me paré como buen caballero que soy.
"Siéntate aquí con nosotras", te dije.
En medio de una compañera y yo.
Dijiste "no gracias", insistí.
Accediste.
Me sentí brillante.

Y durante el resto de la jornada, el volumen de la música me favorevió.
Tuvimos que estar muy cerca para oírnos.

Entendí que salías a fumar. El olor a tabaco en ti lo decía.
No me importó. Podría bailar contigo "Tabaco y Chanel" algún día...

Llegó la hora de irse. La despedida.
Yo esperé mi turno. Dije "un gusto"
Dijiste "igualmente", me tomaste levemente por la cintura con tu mano izquierda.
Estuve despierta todo ese largo segundo.

Salí del salón primero.
Estaba oscuro todo afuera.
Cuidado con los escalones.

Miré hacia atrás, tus ojos me vieron, según yo,
pero probablemente estabas viendo lo mismo que todos:
la penumbra resbalosa.

Jugué a que la cancha era mía. Volé como avión
y luego me di cuenta que venías detrás de nosotras.
No sé si me dio verguenza o gusto... tal vez ambos.
Es que a tu lado soy una niña. La edad nos separa más de la cuenta.

Ha pasado un día entero.
He decidido verte lo más que pueda estos días que quedan.
Mientras tanto, recordaré que me hablaste al oído casi,
tu mano en cintura... el resto lo seguiré inventando.

1 comentario:

IquiKu dijo...

jajajajajaj tabaco y chanelssss ajajajaja que chistosoliu :D te quiero...al final casi todo lo que sucede sucede en nuestras mentes....procura que lo que suceda en ella sea hermoso y +