domingo, 19 de octubre de 2008

Acabo de mundo


El mundo se va acabar el año 2000, oímos cuando niñas, las que hoy calzamos 40. La profecía no abundaba en detalles ni precisiones, pero la imaginación se inclinaba hacia la visión de un hecho, único y definitivo. Una explosión, una fulguración inmensa y chao. Nadie para contarlo. Igual el temor que dicha imagen suscitaba, se disipaba pronto, porque total, faltaba tanto.

Pero ahora resulta que el 200 llegó. Y, qué quiere que le diga, socia, aunque bajo formas menos cinematográficas, y con un presupuesto muy bajo para efectos especiales, yo tengo la impresión de que sí nos ha tocado en suerte el “fin del mundo”.

Tal vez le erramos al imaginarlo instantáneo y total. Tal vez nos faltó la imaginación para visualizarlo progresivo, soterrado: más cerca de la erosión que de la explosión.

Hablo, claro, del “mundo” como ese lugar simbólico que habitamos, hombres y mujeres. Hablo del “mundo” como sinónimo de un espacio común, integrado, dotado de unidad, que aunque plagado de desigualdades, de injusticias varias, y violencias múltiples, conservaba la coherencia suficiente como para permitir que pudiéramos imaginar “cambiarlo”. Socia querida, creo que ya no podemos seguir transmitiendo con que queremos “cambiar el mundo”, porque “el mundo” está en vías de extinción o disolución. O sea, el mundo no cambió, se acabó. Plop. No era la idea.

No es, entonces, que el fin del mundo se acerque (como nos dicen los predicadores esos del arrepiéntete, pecador), es más bien que empezó hace un rato y sigue adelante en función continuada. Es cierto, también, que muchos/as no se dan por enterados/as y continúan desenvolviendo sus vidas como si hubiera aún (y fuera a haber) un “mundo” que los contenga, un “mundo” en el que sus pulsiones utópicas puedan inscribirse, un “mundo” en el que sus memorias personales de la Historia, tengan sentido; como si hubiera un espacio universal, un suelo común para sus deseos. Me cuento, a veces, entre ellos/as (por mezcla de afectos e inercias).

De ahora en más, el fragmento que no lo es de totalidad alguna (la palabra fragmento se revela, en realidad, inadecuada). De ahora en más la parte (sin el todo), la orilla (pero sin el lugar central al cual dirigirse). Utopías personales personalizadas (el colesterol bajo, el cuerpo esbelto, un viaje de placer, una jubilación decente, una tregua en la guerra por la subsistencia, imaginada bajo la forma de sacarse la lotería). Acabo de mundo, socia, se lo digo.

Autora: Elena Águila

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaja sii cada 5 o mas años se escucha algo de el fin proximo!
jaja
me gusto tu entrada miles mileeeees!
un beso nena! q ands genial